domingo, 22 de noviembre de 2015

Julio Monteverde: Las hojas rojas

Terminamos el año 2015 con la publicación de Las hojas rojas, de Julio Monteverde. Podríamos decir que este poemario refleja perfectamente la herida del otoño, que consiste en estar tocado de muerte por la conciencia de que toda la plenitud de ese estallido de colores lo es todo y a la vez no es más que lo que precede al desierto del invierno. Así, este poemario está atravesado por un sentimiento crepuscular, si se puede llamar así a un modo de estar en el mundo en el que se es consciente de que todo está abocado a la desaparición. Esta idea está presente en versos como
los días serán más oscuros te nombrarán
una celda de agua no podrá retenerme eternamente
o
de otoño irremediable y que ya está aquí para siempreel día será largo yo querría que este momentono se perdiera nunca bajo el peso de la luz
Y, sin embargo, la vida acude a la llamada de la vida, y el mundo deslumbra con su capacidad para nuestro maravillamiento, y el amor llega como siempre para Julio Monteverde como tabla de salvación desde la que sobrevivir, y proteger la ternura, y ver crecer juntos las bellas flores tristes:
tengo frío aquí y los años me aterran
mira lo que me ha pasado amor
es terrible y tengo miedo
la oscuridad no tardará en llegar por dentro
la muerte a caballo
si tú me has salvado es porque el tiempo es variable
cuando estamos los dos solos en el sonido de tu voz

La edición ha sido realizada en una tirada de 75 ejemplares numerados y firmados por el autor. La cubierta incluye un dibujo realizado por María Saro y basado en un poema-objeto realizado colectivamente durante una presentación y elegido por el autor debido a una serie de coincidencias azarosas. De momento se pueden encontrar ejemplares en la librería Gil y a través de la sección de pedidos.

Incluimos el tercer poema de Las hojas rojas para abrir boca:

lazos de amistad

el tiempo abre los caminos
tiene amplias galerías desiertas como playas
desde las que se divisa el continente
en mis sueños ellos siempre vuelven
una y otra vez condenados por crímenes antiguos
son cadáveres me hablan como si tuviera que salvarles
yo les pongo un cuenco en el suelo
y les dejo acercarse los codos en la mesa
aquella música vuelve a sonar ellos
golpean la ventana con su anillo
qué hice para que regresen en sus caballos
y me persigan por caminos de tierra
los vínculos eran de otro tiempo
estoy formado por su luz
aunque ya no tenga nada que decirles mis manos
van solas hacia ellos quieren volver a tocarlos
les sigo esperando y no quiero que regresen
el choque es demasiado hondo
pero en las calles a veces
les sigo buscando y estoy desnudo
porque el cadáver soy yo

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